Los doce olímpicos (Parte 2)

       Atenea: diosa de la guerra, se representaba con su escudo o manto protector, la égida. También era diosa de Atenas y patrona de la artesanía, sobre todo de la cerámica, el arte de tejer y la construcción naval. Heredó la sabiduría de su madre, Metis, atributo que la llevó a proteger a Odiseo, el más sabio y astuto de los héroes griegos.

      Afrodita: su nombre significa “nacida de la espuma”, pues nació del espumoso mar. Esta diosa del amor fue célebre por su exquisita belleza y sus múltiples amantes, entre los que había dioses y mortales. Ninguno pudo resistirse a sus encantos, y tal magnetismo la convirtió en una de las divinidades más poderosas. El príncipe troyano Eneas y Príapo, dios de la fertilidad, fueron hijos suyos.

      Ares: dios de la guerra. Es famoso por los amores que tuvo con la diosa Afrodita. Su buena voluntad era crucial para decidir los combates.

     Artemisa: hermana gemela de Apolo. Era la patrona de la caza y protectora de los débiles. El ciervo y el ciprés eran sagrados para ella.

     Deméter: diosa de la Tierra, el grano y la fertilidad. Hades se enamoró de su hija, Perséfone, y la secuestró, llevándola hasta el inframundo. Deméter, al darse cuenta entró en cólera y desatendió sus labores, por lo que la Tierra se marchitó. Zeus obligó a que Hades llegara a un acuerdo con ella. Así Perséfone podía pasar con su madre en la Tierra durante primavera y verano, mientras las cosechas eran prósperas, y el resto del año lo pasaba con Hades, durante invierno y otoño.

      Hermes: oficiaba de mediador entre los dioses y los seres humanos. Se asociaba con el mundo secreto y el más allá.