La creación en la antigua Grecia

Para los griegos al principio no había nada salvo un vasto y oscuro vacío llamado Caos. De esa nada emergió la fuerza creadora. Los diversos relatos griegos de la creación dan a dicha fuerza distintos nombres. En algunos, era la diosa Eurínome, que copuló con la serpiente primigenia Ofión para comenzar el proceso de la Creación. En otros, era Gea, la Madre Tierra.

Este último es el mito más conocido, el cual cuenta que de la unión entre Gea y el cielo, Urano, quien derramó una lluvia fértil sobre su superficie, nacieron los lagos y mares de la Tierra, así como las primeras razas de seres que la habitaron. La primera fue la de los cíclopes de cien manos, que tenían cincuenta cabezas. Luego llegaron los cíclopes de un solo ojo, pero la raza más importante fue la del grupo de gigantes llamados titanes. Estos fueron los primeros gobernantes de la Tierra, y sus hijos se convertirían en unas de las divinidades más poderosas del mundo, como Helio, el dios del Sol, y Eos, la diosa de la aurora. Pero  los más importantes fueron los hijos del jefe de los titanes, Crono. Un oráculo le había contado que uno de sus hijos lo mataría, por lo que en cuanto nacía un hijo suyo del vientre de su esposa, Rea, Crono lo devoraba. Rea ideó un plan para detener esto. Al nacer el sexto hijo, Zeus, lo mandó a Creta, donde Amaltea, una dulce ninfa que lo educó. A su vez, envolvió una piedra en pañales y se la dio a comer a Crono.

Cuando Zeus ya era adulto, su madrastra Amaltea le contó la verdad, y éste se enfureció y decidió vengarse. Buscó la ayuda de la titánide Metis, la que le dio una droga que haría a Crono vomitar a sus hijos. Así Zeus rescató a sus hermanos, los dioses Poseidón y Hades, y a las diosas Hera, Deméter y Hestia. Después liberó a los cíclopes, a los que Urano había desterrado al inframundo, y juntos, bajo su mando, dioses y cíclopes declararon la guerra a Crono.

Los cíclopes, que eran maestros herreros, crearon una serie de armas mágicas, como el rayo de Zeus, el tridente de Poseidón y el casco de Hades, que hacía invisible a quien lo llevaba. Esto los llevó a la victoria y a dominar el cosmos. Los titanes fueron encarcelados en el Tártaro, una región del inframundo poblada por temibles monstruos y vigilada por los cíclopes de cien manos.